Llamado, lucha y bendición de un evangelista (Salmo 23:5)


De este versículo, quiero compartirles 2 meditaciones en relación al trabajo misionero y el evangelismo:

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…”

Dios exalta a los humildes en presencia de los angustiadores.
El rey Saúl por muchos años angustió a David, pues estaba celoso de toda la bendición y prosperidad que Dios daba al salmista.
En este mundo tendremos angustiadores. Siempre habrá gente, incluso dentro de la iglesia, que nos harán la vida imposible. El apóstol Pablo le dice a Timoteo:  
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”. 2 Tim 4:5
Jesús también nos advierte y alienta.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
Como hijos de Dios debemos seguir trabajando para él, no tenemos nada que temer ante los angustiadores.


“…Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”.

En el pueblo de Israel, todo primogénito recibía mayor reconocimiento.
David era el último, no tenía muchos privilegios, un caso similar sucedió con José el hijo de Jacob. Pero Dios lo eligió.
 Antes de terminar su Salmo, David hace énfasis en el llamado que recibió.
Siendo él el último de los hermanos, no esperaba ser ungido por el profeta Samuel, el cual derramo aceite de oliva, sobre su cabeza. Siendo este el contexto podemos sacar varias lecciones.
Dios no llama a los más capacitados pero capacita a los que llama.
La unción del Espíritu Santo, colma la vida de sabiduría y muchas bendiciones.
Dios desea colmar a sus hijos con el Espíritu Santo, y que sean un gran testimonio delante de todo aquel que se encuentra lejos de Dios.
En estos tiempos tan difíciles, cuando estamos rodeados de angustia, podemos trabajar con gozo,  y  alabar a Dios por sus bendiciones. Demos gloria y gratitud a aquél que aun siendo nosotros inmerecedores, nos llamó para ser sus discípulos.

Mi decisión
  • Gracias Señor por tu promesa. Trabajaré confiado de que Dios me bendecirá y me dará fuerza para soportal las aflicciones y a los angustiadores.
  • Estoy seguro de que Dios me llamó para su servicio, me capacitará y otorgará los dones necesarios. Decido servirle y hacer lo mejor para él.
Si has tomado esta decisión, te invito a que compartas este mensaje para que otras personas puedan ser bendecidas. que Dios te bendiga.

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