No hay condenación para todo el que cree en Él.
Juan 3:18
En
esta batalla entre el bien y el mal, Satanás es quién nos engaña, nos tienta, y
como siempre caemos en su trampa.
Mas,
Cristo Jesús, murió por nuestros pecados, venció la muerte y ascendió al cielo
para comenzar una maravillosa obra de intersección por todo aquel que lo acepta
como salvador y Señor.
Cuando
nos arrepentimos y pedimos perdón por nuestros pegados, Satanás ya no nos puede
acusar, pues somos revestido del perdón y el manto de justicia de Cristo nos
cubre de gracia y santidad.
Por
eso, es muy importante que cada día confesemos nuestros pecados a Dios. De esa
forma, lavamos nuestras vestiduras en la sangre del cordero y ya no somos
condenados para muerte, sino somos declarados perdonados y salvos para vida
eterna.
Permite
que el Espíritu Santo, examine tu vida y te muestre lo que es necesario mejorar
y cambiar. El cambio solo será posible con la ayuda y poder de Dios.
Dios
está dispuesto y listo para perdonar tus pecados sin importar cuan oscuros e
irremediables puedan ser. Para Dios no hay nada imposible.