El Cordero sin Mancha: Un Símbolo de Redención y Santidad

En el tejido sagrado de las Escrituras, la imagen del "Cordero sin Mancha" emerge como un poderoso símbolo que encapsula la esencia misma del mensaje redentor cristiano. Este título divino resuena a lo largo de la Biblia, revelando profundidades de significado que trascienden el espacio y el tiempo.

El cordero, desde los días del Antiguo Testamento hasta el Nuevo, ha representado la pureza, la inocencia y la obediencia. En la solemnidad del Antiguo Pacto, se ofrecían corderos sin mancha como sacrificios expiatorios, una prefiguración de la perfección que más tarde encarnaría Jesucristo.

La figura del "Cordero sin Mancha" alcanza su culminación en la persona misma de Jesús, quien, según las Escrituras, fue el sacrificio supremo y sin mancha. El Nuevo Testamento nos relata cómo Juan el Bautista exclamó al ver a Jesús: "¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29). En estas palabras, se encapsula la misión redentora de Cristo, el Cordero sin mancha, destinado a llevar el peso de nuestros pecados.

Este símbolo resuena en el relato pascual, donde la Pascua judía encuentra su cumplimiento divino en la Pascua cristiana. Jesucristo, el Cordero sin mancha, se convierte en la oferta final y eterna, cuya sangre redentora nos libera de la esclavitud del pecado. Su sacrificio expiatorio trasciende el ritual simbólico de los corderos terrenales y alcanza las profundidades de la gracia divina.

La visión apocalíptica de Juan en el libro de Apocalipsis nos presenta al "Cordero en el trono" (Apocalipsis 7:17), revelando una imagen de Jesucristo como el gobernante supremo y el sumo sacerdote de toda la creación. Su pureza inmaculada lo destaca como el único digno de abrir los sellos divinos, desencadenando eventos cósmicos que conducen a la consumación de todas las cosas.

En la teología cristiana, el título del "Cordero sin Mancha" se fusiona con la realidad redentora de Jesús, quien, a través de su muerte y resurrección, ofrece la salvación a todos los que confían en Él. Los creyentes son lavados en la sangre del Cordero, encontrando perdón y restauración en su pureza eterna.

El llamado a imitar al Cordero sin mancha se presenta como un desafío ético y moral para los seguidores de Cristo. La pureza de corazón, la integridad y la obediencia se convierten en mandatos divinos para aquellos que buscan reflejar la imagen del Cordero en sus vidas cotidianas.

En última instancia, el "Cordero sin Mancha" no solo simboliza la redención personal, sino que también apunta hacia la restauración cósmica. En la consumación de la historia, contemplaremos al Cordero en la Nueva Jerusalén, donde la santidad reinará para siempre y el sacrificio redentor será recordado en la eternidad.

En este símbolo eterno, encontramos no solo la historia de nuestra salvación, sino también un recordatorio perenne de la gracia divina que emana del Cordero sin mancha, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.




Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. - Isaías 53:6-7

Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. - Juan 1:29
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Comparto el video que hice inspirado en este tema:

Por: Gerson Vega

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