Corderitos de Dios


En las Escrituras, somos llamados "corderitos de Dios", una imagen tierna y conmovedora que revela nuestra relación con el Buen Pastor, Jesucristo. Este título no solo expresa nuestra vulnerabilidad, sino también la cuidadosa atención que recibimos de Aquel que nos guía con amor incondicional.

Como corderitos, reconocemos nuestra dependencia de nuestro Pastor Celestial. En un mundo lleno de desafíos y obstáculos, somos conscientes de nuestra necesidad de la dirección sabia y la protección amorosa de Aquel que nos conoce íntimamente. En medio de nuestras debilidades, encontramos fortaleza en el abrazo seguro de nuestro Buen Pastor.

La imagen del corderito también nos recuerda la llamada a la humildad. En un mundo que valora la autosuficiencia y la fortaleza exterior, como corderitos de Dios, reconocemos que nuestra verdadera fuerza proviene de nuestra dependencia de Él. En nuestra humildad, encontramos la gracia que fluye de Aquel que nos eleva y sostiene con ternura.

La relación entre el cordero y el pastor también refleja la intimidad que compartimos con Dios. Somos conocidos por nombre, cada uno de nosotros es precioso a Sus ojos. La importancia de ser corderitos de Dios radica en la conexión personal que tenemos con el Buen Pastor, quien no solo nos guía, sino que también nos conoce profundamente, incluso más allá de lo que nosotros mismos entendemos.

Además, la imagen del corderito lleva consigo la idea de comunidad y rebaño. Somos parte de un conjunto, una familia de creyentes que comparten la misma guía divina. En la comunidad cristiana, encontramos apoyo mutuo, consuelo y compañerismo mientras seguimos al Buen Pastor juntos.

Como corderitos de Dios, también somos destinatarios de Su sacrificio redentor. La figura del cordero sacrificial, presente en las Escrituras, nos recuerda la magnitud del amor de Dios que se manifiesta en la entrega de Su Hijo por nosotros. Somos corderitos rescatados, redimidos por la sangre preciosa del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Ser corderitos de Dios es más que una descripción; es una invitación a abrazar nuestra identidad en Cristo. Como corderitos, somos guiados, amados, conocidos y redimidos por nuestro Buen Pastor. En medio de los desafíos de la vida, encontramos consuelo y seguridad en la verdad de que somos cuidados y amados por Aquel que es el Pastor supremo de nuestras almas.


El año 2014 Dios me dio la oportunidad de Servir en el distrito de Sicuani B.
Uno de los lugares más alejados de este distrito misionero, es la comunidad de Phinaya. a unos cuantos kilómetros de la laguna Sivinacocha y el nevado Aosangate.
Allí conocí a Pepita, un corderito recién nacido, que me enterneció.
Aproveché ese momento e hice una breve meditación.

Espero les guste y puedan compartirlo también.
Aquí les dejo el video: 


Pr. Gerson Vega

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