"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para
el Señor y no para los hombres." (Colosenses 3:23)
En la vida cristiana, la labor que realizamos no es
simplemente un deber, sino una oportunidad divina para glorificar a Dios.
Trabajar con entusiasmo para el Señor implica más que cumplir tareas; es un
llamado a la excelencia, a ofrecer lo mejor de nosotros en cada tarea, sabiendo
que, en última instancia, nuestro servicio no es para los hombres, sino para
Dios mismo.
1. La Fuente del Entusiasmo: La Conciencia de Servir a
Dios
El entusiasmo en el trabajo nace de la profunda comprensión
de que estamos sirviendo al Altísimo. Cuando recordamos que cada tarea, por más
pequeña que sea, contribuye al propósito divino, encontramos un fervor
renovado. No importa el ámbito en el que nos encontremos, si lo hacemos
"como para el Señor", cada acción se vuelve significativa.
"Siervos, obedeced en todo a vuestros amos
terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres,
sino con corazón sincero, temiendo a Dios." (Colosenses 3:22)
2. La Actitud de Excelencia: Dar lo Mejor de Sí
El entusiasmo para Dios impulsa la búsqueda de la
excelencia. No se trata simplemente de cumplir con las expectativas, sino de
superarlas. El cristiano entusiasta se esfuerza por ser un reflejo de la
perfección divina en cada tarea. La calidad de nuestro trabajo se convierte en
un testimonio vivo de nuestra dedicación al Señor.
"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es
fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto."
(Lucas 16:10)
3. Perseverancia en la Adversidad: Un Testimonio de Fe
Trabajar con entusiasmo para Dios implica perseverar incluso
en medio de desafíos. La fe se manifiesta cuando, a pesar de las dificultades,
continuamos sirviendo con un espíritu inquebrantable. La resistencia en el
servicio revela nuestra confianza en el poder divino que nos capacita para
superar cualquier obstáculo.
"Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes e
inamovibles, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro
trabajo en el Señor no es en vano." (1 Corintios 15:58)
4. La Humildad en el Servicio: Reconociendo la Fuente de
Nuestro Talento
El entusiasmo para Dios se acompaña de humildad. Reconocemos
que cualquier habilidad o talento que poseamos proviene de Dios. Trabajar con
humildad significa que no nos gloriamos a nosotros mismos, sino que dirigimos
toda la gloria a Aquel que nos capacitó para el servicio.
"Porque ¿quién te distingue? Y ¿qué tienes que no
hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras
recibido?" (1 Corintios 4:7)
5. La Recompensa Celestial: El Incentivo Final
Finalmente, la recompensa de trabajar con entusiasmo para
Dios no se limita a esta vida. Nuestro servicio fiel no pasa desapercibido ante
los ojos de Dios, y la promesa de una recompensa eterna nos impulsa a seguir
sirviendo con alegría y dedicación.
"Y he aquí que yo vengo pronto, y mi recompensa conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra." (Apocalipsis 22:12)
Despues de haber trabajado en diferentes ciudaes como pastor, puedo decir que trabajar con entusiasmo para Dios es un
llamado a la excelencia, la perseverancia, la humildad y la expectativa de una
recompensa celestial. En cada tarea, recordemos que nuestro servicio no es en
vano, pues estamos trabajando para el Señor, y Él recompensará generosamente a
aquellos que le sirven con corazones entusiastas.
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