Peligros de no someterse al maestro

La escritora Elena de White hizo referencias al pelibreo de no someterse al maestro, ella escribió:

Judas ejemplifica a los ministros que quizá amen a Cristo, pero se aferran a sus indeseables rasgos de carácter—En Cristo él observaba un carácter que era puro, inofensivo e inmaculado, y su corazón fue atraído a amar a su Maestro. Pero la luz del carácter de Cristo que lo iluminó, trajo consigo la responsabilidad de ceder todo rasgo natural o adquirido que no estaba en armonía con el carácter de Cristo. En esto Judas no pudo pasar la prueba. El amor al mundo estaba arraigado en su corazón, y no dejó su amor por lo mundanal, ni rindió su ambición a Cristo. El nunca llegó al punto de rendirse totalmente a Jesús. Sintió que podía retener su propio juicio y su opinión. A pesar de haber aceptado el puesto de ser ministro de Cristo, sin embargo nunca se sometió al molde divino de Cristo. Se aferró a sus rasgos indeseables de carácter, y cedió a sus propios hábitos pecaminosos, y, en vez de llegar a ser puro y semejante a Cristo, llegó a ser egoísta y codicioso
.—The Signs of the Times, 18 de diciembre de 1893. – {MPa 37.2}

En la historia de Judas, encontramos un relato trágico que sirve como una advertencia conmovedora para los ministros cristianos. Judas, a pesar de amar a Cristo, no pudo liberarse de los rasgos indeseables de su carácter, lo que finalmente lo condujo por un camino de traición y perdición.

Judas, al igual que muchos ministros bien intencionados, amaba a su Maestro. La luz del carácter puro e inmaculado de Cristo lo atrajo inicialmente, pero la verdadera prueba surgió cuando se le pidió rendir todo rasgo natural o adquirido que no estuviera en armonía con el carácter de Cristo. La lección aquí es clara: el amor a Cristo exige una rendición completa, un abandono de todo lo que no se alinee con la voluntad divina.

Sin embargo, Judas no pudo pasar esta prueba crucial. Aunque aceptó el llamado a ser ministro de Cristo, se aferró obstinadamente a sus rasgos indeseables de carácter. El amor al mundo se arraigó en su corazón, y su ambición personal no se sometió a Cristo. No alcanzó el punto de rendirse totalmente a Jesús. Mantuvo su propio juicio y opinión, renunciando a la transformación que la relación con Cristo implica.

A pesar de ocupar un lugar especial como apóstol, Judas no se sometió al molde divino de Cristo. Se apegó a hábitos pecaminosos y, en lugar de llegar a ser puro y semejante a Cristo, sucumbió a la egoísmo y la codicia. Su historia es un recordatorio doloroso de la trágica consecuencia de aferrarse a los rasgos indeseables en lugar de abrazar la transformación que ofrece el Señor.

Lecciones para los Ministros Actuales:

  1. Rendir Todo Ante Cristo: La historia de Judas nos desafía a rendir todo ante Cristo. Ningún rasgo de carácter, ninguna ambición personal debe permanecer sin someterse al molde divino de nuestro Salvador.
  2. Renunciar al Amor Mundano: El amor al mundo puede arraigarse sutilmente en nuestros corazones. Es crucial examinar nuestras prioridades y renunciar a cualquier apego mundano que pueda eclipsar nuestro amor y devoción a Cristo.
  3. Someterse al Proceso de Transformación: Ser ministro de Cristo no es solo aceptar un título, sino someterse constantemente al proceso de transformación. Esto implica dejar que la luz de Cristo ilumine todos los rincones de nuestro ser, desechando todo lo que no refleje su carácter.
  4. Abandonar el Juicio Propio: Judas retuvo su propio juicio y opinión, un peligro que enfrentan los ministros hoy en día. La humildad y la sumisión a la voluntad divina son esenciales para evitar la trampa de aferrarse a nuestros propios pensamientos y deseos.

La historia de Judas sirve como un recordatorio solemne de que el llamado al ministerio cristiano exige una entrega total y una constante transformación. Que su trágica historia inspire a los ministros de hoy a buscar una rendición completa a Cristo, abandonando todo lo que pueda impedir el desarrollo de un carácter puro y semejante al de nuestro Señor.

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